Para
mantener limpias las calles, patios, terrazas y balcones se barre –eliminando las hojas- y, cuando los
suelos son de piedra, cemento, adoquines, etc., se lavan con agua o con algún
detergente, si es necesario, en algunos casos conviene usar agua con lejía y limpiar con un cepillo de raíces; se evita que se cubran de musgo, de moho, o que
crezcan hierbas en las uniones. Se mantienen también limpios los parterres con
césped o con flores: se rastrillan o aspiran las hojas, se cortan las flores y
hojas marchitas.
La
frecuencia de la limpieza depende mucho del clima y de las plantas que hay
alrededor: se trata de hacer un tipo de limpieza que impida que se deterioren
los materiales, pero no se pretende que una parte externa esté como los
interiores de la casa. En el plan de limpiezas de los exteriores, hay que tener
en cuenta también las características de las distintas épocas del año.
Interesa mantener limpios los elementos decorativos -fuentes, cancelas,
rejas, faroles, estatuas, así como las sillas y mesas- y cuidar que los
desagües no se obstruyan con las hojas, ramas, barro, etc.: con ese fin, se
pueden colocar rejillas que impidan el paso de esos objetos, y se limpian
periódicamente.
(Información del Ceicid)
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